Como hacía a diario antes de irse a trabajar, él se sentó a su lado en la cama y besó sus labios sin saber que sería la última vez. Antes de levantarse le susurró al oído: "Te voy a querer siempre". No recibió respuesta y nunca la recibiría porque los “te quiero” que ella le regaló durante años enmudecieron de repente. Ella tenía un dilema que él desconocía, elegir entre una vida fácil y superficial o una comprometida y plena. Finalmente, ella hizo acopio de todo su egoísmo, lo guardó en una maleta y, sin mirar atrás, salió dando un portazo.
Roberto C. Rascón (@rcrascon)
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