"La verdad es que no es nada bonita. Además de unos dientes estropeados,
tiene el pelo sin brillo y unos ojos menudos que chispean de rabia. Ni pecho ni
nalgas perceptibles. La verdad es que Dios na ha sido muy amble con ella".
“Estos hijos son míos, estas riquezas son mías. Así habla el insensato y
se atormenta. La verdad que uno no se pertenece a sí mismo. ¿Qué decir de los
hijos? ¿Qué de las riquezas?"
"De todos los sistemas económicos y sociales el capitalismo es, sin duda, el
más natural. Eso ya basta para indicar que es el peor".
"Definitivamente,
me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo
sistema de diferenciación con completa independencia del dinero y se comporta
como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como éste. Por otra
parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que
el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo
sexual produce fenómenos de empobrecimiento
absoluto. Algunos hacen el amor todos los días, otros cinco o seis veces
en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres, otros con
ninguna. Es lo que se llama la ley del mercado. En un sistema
económico que prohíbe el despido libre, cada cual consigue, más o menos,
encontrar su hueco. En un sistema sexual que prohíbe el adulterio, cada cual se
las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema
económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros
se hunden en el paro y la miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal,
algunos tienen una vida erótica variada y excitante; otros se ven reducidos a
la masturbación y a la soledad. El liberalismo económico es la ampliación del
campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las
clases de la sociedad. A nivel económico, Raphaël Tisserand está en el campo de
los vencedores; a nivel sexual, en el de los vencidos. Algunos ganan en ambos
tableros, otros pierden en los dos. Las empresas se pelean por algunos jóvenes
diplomados; las mujeres se pelean por algunos jóvenes; los hombres se pelean
por algunas jóvenes; hay mucha confusión y mucha agitación".
"Verónica
estaba en análisis, como suele decirse, y ahora me arrepiento de haberla
conocido. Hablando en general, no hay nada que sacar de las mujeres en
análisis. Una mujer que cae en manos de un psicoanalista se vuelve inadecuada para
cualquier uso, lo he comprobado muchas veces. No hay que considerar este
fenómeno un efecto secundario del psicoanálisis, sino simple y llanamente su
efecto principal. Con la excusa de reconstruir el yo los psicoanalistas
proceden, en realidad, a una escandalosa destrucción del ser humano. Inocencia,
generosidad, pureza... trituran todas estas cosas. Los psicoanalistas aniquilan
definitivamente en sus supuestos pacientes cualquier aptitud para el amor,
tanto mental como físico; de hecho, se comportan como verdaderos enemigos de la
humanidad. Implacable escuela de egoísmo, el psicoanálisis ataca con el mayor
cinismo a chicas estupendas, pero un poco perdidas, para transformarlas en putas
innobles, de un egocentrismo delirante, que ya sólo suscitan un legítimo
desagrado. No hay que confiar, en ningún caso, en una mujer que ha pasado por
las manos de los psicoanalistas. Mezquindad, egoísmo, ignorancia arrogante,
completa ausencia de sentido moral, incapacidad crónica para amar: éste es el
retrato exhaustivo de una mujer analizada.
"Desde el punto
de vista amoroso Véronique pertenecía, como todos nosotros, a una generación
sacrificada. Había sido, desde luego, capaz de amar; le habría gustado
seguir siéndolo, se lo concedo; pero ya no era posible. Fenómeno raro,
artificial y tardío, el amor sólo puede
nacer en condiciones mentales especiales, que pocas veces se reúnen y
que son de todo punto opuestas a la libertad de costumbres que caracteriza la
época moderna. Véronique había conocido demasiadas discotecas y demasiados amantes; semejante modo de vida
empobrece al ser humano, infligiéndole daños a veces graves y siempre
irreversibles. El amor como
inocencia y como capacidad de ilusión, como aptitud para resumir el conjunto
del otro sexo en un solo ser amado, rara vez resiste un año de vagabundeo
sexual, y nunca dos".
“Ampliación
del campo de batalla”, Michel Houellebecq
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