¿Qué importancia tienen las explicaciones? Ahora, después de meses devanándome los sesos en su busca, puedo decir que poca porque lo importante es que la persona a la que entregué lo mejor de mi durante tres años nunca me quiso lo suficiente. Obviamente todo hubiera sido (y sería) más fácil y menos doloroso si las tuviera, pero una vez asumes que nunca las vas a tener porque no existen solo puedes intentar ser pragmático. El resumen es que me destrozó y lo hizo de forma gratuita. Esto es fácil decirlo ahora con la perspectiva que empieza a dar el paso del tiempo, pero es muy difícil verlo cuando la persona a la que amas te anuncia: "Te dejo". En ese momento las preguntas empiezan a bombardear tu cabeza y necesitas respuestas porque quieres racionalizar lo que está pasando. Así pasan los días (y los meses) en una vorágine insoportable que te destruye tanto psicológica como físicamente.
Cuando la única persona que te puede dar esas respuestas te ofrece silencio, solo te tienes a ti mismo para salir adelante. Por mucha gente que haya a tu alrededor dispuesta a ayudarte en realidad estás solo. La mayoría de los días solo quieres meterte en la cama y dormir para dejar de pensar, pero sacas fuerzas —aun no sé bien de dónde— para ir a trabajar, estar con los amigos y no parar de hacer cosas en un frenesí agotador. Los ataques de ansiedad te consumen, eres incapaz de dormir del tirón y las lagrimas inundan tus ojos sin pedir permiso, pero consigues tirar para adelante convirtiendo cada día en un reto. A lo largo de estos meses, en los que he sufrido y luchado como un auténtico cabrón (y lo que me queda), apelé más de una vez a su piedad en busca de respuestas, pero solo recibí desprecio (ni una palabra agradable, ni un buen recuerdo… Absolutamente nada). El trato recibido durante este tiempo ha sido (y es) tan inhumano que incluso llegas a plantearte si alguna vez te quiso realmente, pero enseguida te dices a ti mismo que eso es lo que ella quiere que pienses y que no puedes darle esa satisfacción.
Durante más de tres años dedicaste las 24 horas del día a cuidar de ella y, pese al fulminante "te dejo", eres incapaz de dejar de hacerlo. Desde el fatídico día de la ruptura he intentado comprender sus razones. La conocía (o eso creía) a la perfección y eso hace que cuanto más lo pienses menos comprendas su decisión. No entiendes cómo la persona que mejor te ha tratado (y a la que mejor has tratado) en la vida puede pasar, de un día para otro, a maltratarte de esa manera. Pese al dolor que te está infligiendo, solo quieres empatizar con ella para entender, pero el tiempo pasa y ella ha sido incapaz de ofrecer claves para hacer más comprensible la situación. Más bien al contrario, en una muestra de falta de sensibilidad absolutamente alarmante. Que me tirara a mi al cubo de la basura lo puedo entender, pero que tirara a la basura una relación tan valiosa como la nuestra sin ningún tipo de remordimiento es algo que nunca entenderé. Había mil formas de hacerlo y eligió la mas dolorosa y cruel, en una muestra de que ya le importaba poco o nada.
Todos los días te vienen recuerdos del día fatídico (un plato de lentejas a medio terminar, una carrera frenética por las calles de tu barrio para impedir que se marchara, llegar a tiempo y que ni te dejara tocarla cuando hacía unas horas dormías a su lado, tú cargando con todas sus maletas en el súmmum del patetismo…) Recuerdas como te dijo: "Quiero volver a casa con mis padres, mi hermana y mi perra" cuando durante toda la relación luchaste para cumplir su gran sueño, que no era otro, paradójicamente, que salir de su casa. También recuerdas los topicazos: "Tú eres mejor que yo", "No es por tí, es por mí", "Quiero estar sola", "Necesito tiempo y espacio", "No soy lo que te conviene"… ¡Qué forma más cutre de terminar una relación que fue de todo menos eso! Al final consigues que vaya más allá de los tópicos y te ofrezca dos razones que, ahora lo veo, no fueron más que excusas para salvaguardar su conciencia. Estas fueron las razones que durante mucho tiempo fueron una losa para mi:
- "Hace un año no fuiste con mis amigos (de su trabajo) a….".
- "Hace un par de meses no me acompañaste a… (tema laboral)".
Cuando escuchas sus razones, no puedes creer que la persona a la que adoras esté destruyendo vuestra relación por algo así. Pese a todo, en ese momento de shock asumes la culpa y la cargas a tu espalda. Estás tan desbordado por la situación que eres incapaz de pensar con claridad y ese embotamiento te hace creer que un par de momentos tan aislados en el conjunto de tres años realmente pueden destruir una relación que parecía indestructible. Mientras tú te quedas en Madrid roto, hundido, destrozado y empantanado con un alquiler, ella se marcha a Malasia. Entonces todo tu mundo se desmorona y todas aquellas certezas que tenías desaparecen, surgiendo miles de preguntas que te golpean la cabeza. Todas las personas de tu entorno intentan hacerte ver que esas no son razones adultas para terminar una relación, pero tú no escuchas a nadie y te encierras en ti mismo con tus preguntas sin respuesta y tu culpabilidad.
Desde el primer momento me pidió "respeta mi decisión" y, como buen gilipollas que soy, pues le hice caso y le puse las cosas fáciles. No la vuelves a ver (mandas a tu madre a la entrega de llaves), no la llamas por teléfono (solo lo hice una vez y en un momento extremo para ver como me colgaba hasta tres veces) y poco a poco dejas de escribirla al What's App porque dice que la agobias. Poco después no tienes más remedio que borrar el número de teléfono de la persona con la que has compartido los últimos tres años de tu vida para ni siquiera tener la tentación. ¿Por qué lo hice? Porque quería respetar ese "tiempo y espacio" que me había pedido y porque, en ese momento, aun creías que sus palabras tenían algún valor. Entonces solo te queda una opción, escribir correos interminables entre lágrimas y ataques de ansiedad en los que te dejas parte de tu alma para intentar que reaccione. Unos correos que no contesta y que, seguramente, nunca leyó. Hasta que un día te asegura que esos correos le generan ansiedad… Como llevas dos meses sufriéndolos y no quieres que ella pase por lo mismo porque te importa mucho dejas de enviarle correos. Así cortas toda comunicación con ella y sigues sin las respuestas que llevas mendigando meses. En la única ocasión en la que se pone en contacto con alguien de tu familia no es para preguntar por ti y el único comentario que hace al respecto es: "¿Pero de verdad lo está pasando tan mal?". Una muestra definitiva de que lo que para mi era la vida real para ella solo fue un pasatiempo.
Si hubiera acudido a esos dos sitios, a estas alturas la historia hubiera tenido el mismo final. Cuando alguien decide dejar de querer y no hace ningún esfuerzo por seguir al lado de una persona poco importa todo lo que hayáis vivido o todo lo que hayáis hecho el uno por el otro, todo eso deja de tener valor porque uno de los dos ha decidido olvidar todo lo bueno para volver a empezar. De repente, comprendes que ella se ha creído esas dos razones que te dio en un primer momento y que se agarra a ellas para mantener su conciencia a salvo. En la única conversación (vía What's App claro y por su iniciativa) le preguntas: "¿Que haces ahora que no hicieras estándo conmigo?" Esperas una respuesta profunda como me estoy encontrando a mi misma o algo así, pero te encuentras con lo siguiente: "Voy a bailar bachata los lunes", "Me he ido de vacaciones con mis padres", "Me he ido a la playa con los amigos de C". El novio que la repitió una y otra vez "tienes que hacer siempre lo que tú quieras" y que nunca en tres años utilizó la palabra "prohibir" se encuentra con eso y solo puede sentir rabia e impotencia ante comentarios tan injustos. Para rematar y provocar tu cortocircuito mental definitivo te suelta las siguientes frases: "Siempre hice lo que quise, que era estar contigo" o "el último año ha sido maravilloso". Al final decides que las explicaciones importan poco cuando alguien nunca te ha querido lo suficiente y que el basural es el lugar donde deben descansar.
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