VIENTOS DE AGUA (2005), Juan José Campanella.
Escribo este artículo con una única intención, que aquel que lo lea se anime a ver Vientos de Agua, la mejor serie que se ha realizado en España. Estrenada en Telecinco allá por el año 2005, duró dos semanas en antena. Y os preguntareis, “si es tan buena como tuvo tan poco éxito”. La explicación es fácil, en el país donde triunfan series como Física o química, Ángel o demonio o Ana y los 7 no tiene hueco una obra tan extraordinaria como Vientos de Agua.
El mejor ejemplo lo vemos todas las semanas cuando se estrenan grandes series norteamericanas, que no calan entre los espectadores españoles. Mientras, series nacionales que se limitan a copiar las ideas norteamericanas para rehacerlas con menos tiempo, menos dinero y peor, alcanzan grandes audiencias. Es triste, pero tenemos lo que nos merecemos. Telecinco maltrató la serie trasladándola a las madrugadas, para posteriormente eliminarla de la parrilla con la excusa de su lanzamiento en DVD.
Vientos de Agua está a la altura de las grandes series norteamericanas (y eso es mucho decir). La serie dirigida por Juan José Campanella (El hijo de la novia, El secreto de sus ojos, El mismo amor, la misma lluvia,…) le viene grande a la TV, porque sus 13 capítulos son puro cine. Su apertura y su cierre son obras maestras, y el resto de la serie mantiene un nivel más que aceptable. Quizás se le pueda achacar algunas situaciones un tanto maniqueas y el afán de Campanella por sacarnos la lágrima, aunque nadie lo hace mejor que el director argentino. También pone su granito de arena la emocionante música de Emilio Kauderer.
La mejor película sobre inmigración que he visto es América, América (1963). Justo detrás de la obra maestra de Elia Kazan iría esta historia de un asturiano, que en el año 34 se ve obligado a tomar un barco rumbo a la Argentina, y de su hijo, que 70 años después tiene que realizar el viaje de vuelta tras el ‘corralito’. Ambos iniciarán una nueva vida, en paralelo al contexto histórico que les rodea. Las circunstancias son distintas, pero los problemas de un inmigrante cambian poco pese al paso de los años. De ahí, que el amor y la solidaridad se conviertan en los pilares básicos de su supervivencia lejos del lugar que les vio nacer.
La producción es espectacular. Una impresionante ambientación, una estimable fotografía y un elenco de actores en estado de gracia. El asturiano emigrante es interpretado por Ernesto Alterio, que nunca ha estado mejor. De mayor le interpreta su padre, un inconmensurable Héctor Alterio (atención al último capítulo). El hijo que vuelve a la ‘madre patria’ es encarnado por Eduardo Blanco, el inseparable compañero de Ricardo Darín en películas como El hijo de la novia, Luna de Avellaneda o El mismo amor, la misma lluvia.
Los secundarios no se quedan atrás, con una mención especial a Pablo Rago (Juliusz en la serie) y a las mujeres que pueblan esta historia de inmigrantes. Mujeres fuertes y bellas interpretadas por actrices como Caterina Murino, Barbara Goenaga, Silvia Abascal, Pilar Punzano, Marta Etura y el alma de la serie, Giulia Michelini que da vida a la valiente y optimista Gemma. Solo me queda reiterar mi recomendación para que todo el que pueda le dé una oportunidad a Vientos de Agua, un viaje de ida y vuelta sobre nuestra memoria.
Por Roberto C. Rascón. @rcrascon
Una de las mejores series que han pasado por la parrilla española. Lenta al principio, algo incomprensible para el espectador medio de este país.
ResponderEliminarNunca me ha gustado Ernesto Alterio, pero en esta ocasión está espectacular. Por otro lado, Eduardo Blanco es uno de los actores más infravalorados que conozco, siempre cumple con Campanella como padrino y mentor.
Por cierto, el director de esta maravilla se ha embarcado ahora en un proyecto de animación relacionado con el fútbol. Habrá que ver qué da de sí...