SOSTIENE PEREIRA (1996), Roberto Faenza.
Una adaptación perfecta de la obra de Antonio Tabucchi, eso es lo que es esta película dirigida por el italiano Roberto Faenza. No falta, ni sobra nada de la novela. Además consiguieron lo más difícil, encontrar a Pereira. En esta obra el gran Marcello Mastroianni es Pereira, tal y como te lo imaginabas cuando leías el libro. Sus limonadas, sus conversaciones con el retrato de su mujer, sus ‘encontronazos’ con la portera, sus debates con el cura, sus dudas sobre si despertar y luchar o seguir dormido y acomodado en la ignorancia,...
En plena dictadura de Salazar, las noticias sobre lo que ocurre fuera de Portugal son escasas. Ni siquiera hay información sobre la guerra civil que sufre el país vecino tras el golpe de estado de Franco. Sólo Manuel, el camarero del bar que frecuenta Pereira, se convierte en una fuente fiable. La prensa no informa, sino que más bien desinforma siguiendo las directrices marcadas por el poder, preocupado únicamente en ‘acallar’ las protestas de sus ciudadanos a través de una represión policial cada vez más evidente.
Poco a poco Pereira va siendo consciente de que su modesta página cultural en el Lisboa se puede convertir en un altavoz contra las injusticias. Empieza con un inocente “¡Viva Francia!”, para acabar con la incendiaria necrológica final. En este nuevo despertar le ayudan las personas que se cruzan en su camino; el camarero, la mujer judía del tren, el doctor de la clínica, el cura, todos ellos le van empujando al compromiso. Le hacen creer que un viejo periodista como él aun puede cambiar las cosas. Pero serán dos jóvenes, Monteiro Rossi y su novia, la luchadora Marta, por la que éste haría cualquier cosa, los que le obliguen a reaccionar e iniciar una nueva vida.
En la actualidad, los grandes ideales han desaparecido y todo el mundo parece conforme con un modelo económico y social que en vez de reducir las diferencias entre ricos y pobres, las hace cada vez más abismales. El modelo capitalista está aceptado y la mayoría somos ‘Pereiras’, ya que nadie propone siquiera un modelo alternativo cuando miles de personas mueren día a día de hambre en el mundo. Como le oí decir una vez a Saramago: “en algún momento la humanidad tomó el camino equivocado”.
Ni siquiera la crisis actual, provocada por la avaricia de bancos y empresas parece haber dañado la credibilidad del modelo capitalista. Los gobiernos se han limitado a tomar una serie de medidas dirigidas a salvaguardar el modelo actual, disfrazándolo como una revisión del mismo. La conclusión a la que se llega es que al final ganan y pierden los de siempre, porque no son los que han provocado la crisis quienes están pagando los platos rotos. A Pereira le costó mucho despertar, ¿cuánto tardaremos nosotros?
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Por Roberto C. Rascón. @rcrascon
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