Ir al contenido principal

CINE: 'Rodeando la muerte'


HOMBRES ERRANTES (1952), Nicholas Ray.

“No hay caballo que no pueda ser montado, ni vaquero que no pueda ser derribado”. Esta frase se convierte en el leitmotiv de Hombres errantes, película dirigida en 1952 por Nicholas Ray y que tiene muchos paralelismos con la convulsa vida de este director, que acabó cayendo en adicciones y perdiendo hasta la cordura. The Lusty Men, ese es su título original, narra la historia de Jeff McCloud (Robert Mitchum), un ex campeón de rodeo, que decide alejarse de ese mundo y volver a sus orígenes. Tenía fama y dinero, pero lo desperdició influenciado por un entorno que te da tanto como te quita. Lo que ganas de día jugándote la vida, lo malgastas de noche en alcohol, juego y mujeres, en un circulo vicioso del que el protagonista intenta huir.

Una vez de regreso a su ciudad natal, McCloud se encuentra con un matrimonio feliz cuyo único deseo en la vida es trabajar y ahorrar lo suficiente para comprarse un rancho. La aparición de un ex campeón como McCloud despierta el ‘gusanillo’ en Wes Merrit (Arthur Kennedy), que harto de trabajar a cambio de una miseria decide probar suerte en el rodeo pese a la oposición de su esposa. Susan Hayward se mete en la piel de esa abnegada mujer, transmitiendo carisma y una fuerza arrolladora cada vez que aparece en pantalla. Sus diálogos con Mitchum y sus encontronazos con algunas ‘busconas’ son antológicos. Desconocía a esta actriz, ganadora de un Oscar en 1958 por Quiero vivir, cuyo nombre no olvidaré a partir de ahora.


Los personajes se definen a si mismos como unos fracasados y es que el mundo del rodeo parece la patria de los perdedores. Un microcosmos en el que conviven viejas glorias casi inválidas, mujeres que envejecen segundo a segundo temiendo quedarse viudas y maridos que hacen de la ambición y la irracionalidad su único modo de vida. También hay espacio para el amor, un afecto que va creciendo a medida que avanza la película y que ata al personaje de Mitchum a ese mundo al que había prometido no volver. Finalmente el sacrificio y la generosidad serán la mejor manera de declarar dicho amor.


Nicholas Ray, capaz de filmar obras maestras como En un lugar solitario y películas fallidas como 55 días en Pekín, da una muestra de su talento en Hombres errantes. Aunque parte del mérito también hay que atribuírselo a Robert Parrish, que rodó algunas escenas cuando Ray cayó enfermo. El director estadounidense fue un renovador y aquí lo demuestra en las escenas del rodeo, cercanas al cine documental y que transmiten con absoluta veracidad la peligrosidad de dichas competiciones. La película tiene muchos puntos en común con Million Dollar Baby, así que a todo aquel que le guste la película de Eastwood sabe que tiene en Hombres errantes una apuesta segura.

Por Roberto C. Rascón. @rcrascon

Otras RECOMENDACIONES DE CINE

Comentarios

Entradas populares de este blog

CINE: '¿Plagio u homenaje?'

Hace unos días visioné Malas tierras (1973), la primera película de Terrence Malick, ese poeta metido a cineasta, que solo ha firmado cuatro películas en 38 años. Días del cielo (1978), La delgada línea roja (1999) y El nuevo mundo (2005) son los regalos que este director estadounidense le ha hecho al séptimo arte, aunque no habrá que esperar mucho más para ver su nueva obra. The tree of life será estrenada en el próximo Festival de Cannes con Brad Pitt y Sean Penn como protagonistas. ‘Malas tierras’ es una estimable película sobre una pareja de jóvenes que al más puro estilo Bonnie and Clyde recorren la América profunda dejando a su paso un reguero de muertes. Martin Sheen y Sissy Spacek bordan a ese par de enamorados, absolutamente insensibles ante las atrocidades que cometen. Pero el objetivo de este ‘post’ no era hablar de la película, sino llamar la atención sobre un detalle curioso de su banda sonora.

FRASES (X): El fin de la infancia

"Todas las religiones del mundo no pueden ser verdaderas, tarde o temprano el hombre tendrá que admitir la verdad". "Palabras vacías, palabras por las que los hombres habían luchado y habían muerto, y por las que nunca volverían a luchar y a morir otra vez. Y el mundo sería mejor así". "Los crímenes habían desaparecido. Se habían hecho tan innecesarios como imposibles. Cuando a nadie le falta nada, no hay motivo para robar". "Los credos basados en milagros y revelaciones habían desaparecido totalmente, desvaneciéndose poco a poco a medida que crecía el nivel de educación". "Bajo la intensa y desapasionada luz de la verdad las creencias que habían alimentado a millones de hombres durante dos mil años, se desvanecieron como el rocío de la mañana". "Mientras no estuviera seguro, podía soñar al menos". "La raza humana ha demostrado no poder resolver los problemas de este planeta minúsculo".

LITERATURA: Frases (IV). Meridiano de sangre

"Los dones del Todopoderoso son repartidos en una balanza que le es peculiar. Sus cálculos no son equitativos y estoy seguro de que él seria el primero en reconocerlo si uno se atreviera a plantearle la cuestión." "El fuego contiene en si mismo algo de los propios hombres en la medida en que el hombre es menos sin el y se aparta de sus orígenes y está como exiliado, pues cada fuego es todos los fuegos, el primer fuego y el último que habrá nunca." "Da igual lo que los hombres opinen de la guerra, la guerra sigue. La guerra siempre ha estado ahí, antes de que el hombre existiera, la guerra ya le esperaba." "Cada hombre busca su propio destino y el de nadie más. Lo quiera o no. Aunque uno pudiera descubrir su destino y elegir en consecuencia un rumbo opuesto solo llegaría fatalmente al mismo resultado y en el momento previsto, pues el destino de cada uno de nosotros es tan grande como el mundo en que habita y contiene en si mismo todos