Había escrito cien veces: "Te quiero". Entonces respiré hondo y di varios pasos atrás para admirar mi obra. "Buena caligrafía. ¡Le gustará!", pensé antes de salir del aula. En el patio, la lluvia se alió conmigo para eliminar las pruebas que blanqueaban mis manos. Mi profesora apareció y raudo me situé detrás para ser el primer testigo de su reacción. En el pasillo me crucé con Emilio y chocamos los cinco. Cuando entré en clase… ¡mi obra había desaparecido! Al borde del llanto, agaché la cabeza y descubrí mi mano manchada de tiza. La misma mano que poco después se estampaba en la cara de mi ex mejor amigo.
Hace unos días visioné Malas tierras (1973), la primera película de Terrence Malick, ese poeta metido a cineasta, que solo ha firmado cuatro películas en 38 años. Días del cielo (1978), La delgada línea roja (1999) y El nuevo mundo (2005) son los regalos que este director estadounidense le ha hecho al séptimo arte, aunque no habrá que esperar mucho más para ver su nueva obra. The tree of life será estrenada en el próximo Festival de Cannes con Brad Pitt y Sean Penn como protagonistas. ‘Malas tierras’ es una estimable película sobre una pareja de jóvenes que al más puro estilo Bonnie and Clyde recorren la América profunda dejando a su paso un reguero de muertes. Martin Sheen y Sissy Spacek bordan a ese par de enamorados, absolutamente insensibles ante las atrocidades que cometen. Pero el objetivo de este ‘post’ no era hablar de la película, sino llamar la atención sobre un detalle curioso de su banda sonora.
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