Vivimos momentos difíciles. La situación económica es complicada y las noticias sobre la crisis y sus consecuencias protagonizan los informativos. La mayoría de las personas no entendemos los mecanismos que rigen la economía mundial, de ahí que asistamos con resignación a la avalancha de datos ininteligibles que nos ofrecen. Hace unos días, viendo un capítulo de Flying Circus, con los míticos Monty Python al frente, me topé con un sketch que resume a la perfección la avaricia de los bancos (solo preocupados en acumular beneficios) y la insana competitividad del mercado laboral. El programa fue emitido en 1972 y uno comprueba con estupor como las cosas no han cambiado en estos años. La conclusión es que al final ganan y pierden los de siempre, aunque nada mejor que el humor surrealista de estos genios para hacer más digerible el mal trago.
Hace unos días visioné Malas tierras (1973), la primera película de Terrence Malick, ese poeta metido a cineasta, que solo ha firmado cuatro películas en 38 años. Días del cielo (1978), La delgada línea roja (1999) y El nuevo mundo (2005) son los regalos que este director estadounidense le ha hecho al séptimo arte, aunque no habrá que esperar mucho más para ver su nueva obra. The tree of life será estrenada en el próximo Festival de Cannes con Brad Pitt y Sean Penn como protagonistas. ‘Malas tierras’ es una estimable película sobre una pareja de jóvenes que al más puro estilo Bonnie and Clyde recorren la América profunda dejando a su paso un reguero de muertes. Martin Sheen y Sissy Spacek bordan a ese par de enamorados, absolutamente insensibles ante las atrocidades que cometen. Pero el objetivo de este ‘post’ no era hablar de la película, sino llamar la atención sobre un detalle curioso de su banda sonora.
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