"Templo de los
dioses irracionales que manejan el mundo y de los que nada sabemos, salvo que
no se parecen al hombre".
"El tiempo no
rehace lo que perdemos, la eternidad lo guarda para la gloria y también para el
fuego".
"Cualquier
destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento,
el momento en que el hombre sabe para siempre quién es".
"Modificar el
pasado no es modificar un solo hecho, es anular sus consecuencias, que tienden
a ser infinitas".
"Morir por una
religión es más simple que vivirla con plenitud".
"Los actos de
los locos exceden las previsiones del hombre cuerdo".
"Nadie no
sintió alguna vez que el destino es fuerte y es torpe, que es inocente y es
también inhumano".
"Un hombre se
confunde, gradualmente, con la forma de su destino. Un hombre es a la larga,
sus circunstancias".
"Años de
soledad le habían enseñado que los días, en la memoria, tienden a ser iguales,
pero que no hay un día, ni siquiera de cárcel o de hospital, que no traiga
sorpresas".
"Si el destino
nos veda a los sabios, habrá que buscar entre los insensatos".
"Nuestra mente
es porosa para el olvido, se falsea y se pierde, bajo la trágica erosión de los
años".
"Vi en el Aleph
la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré,
porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre
usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado, el inconcebible
universo".
Jorge Luis Borges, El Aleph
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