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CINE: Recopilatorio (IV): El Topo


EL TOPO (2011), Tomas Alfredson

La vida de los espías es aburrida. Esa es una de las conclusiones que uno obtiene tras visionar El Topo. Acostumbrados a la imagen irreal de los espías que nos ha vendido el cine, con James Bond a la cabeza y sus mujeres despampanantes, sus coches de lujo y sus martinis “agitados, no removidos” como complementos, sorprende la perspectiva que nos ofrece Tomas Alfredson. Ha tenido que llegar un director sueco, para brindarnos un retrato creíble del espionaje. Un mundo en el que no hay lugar para la sonrisa, y en el que el disimulo, la vigilancia y el papeleo sustituyen a los divertimentos anteriormente citados de 007.


En su anterior película, Dejame Entrar, Alfredson puso el listón muy alto con esa vuelta de tuerca al mito vampírico protagonizada por un par de infantes. Este era un film pausado y frío, con una atmósfera lúgubre que le iba como anillo al dedo a la historia. Ahora repite la jugada pero va un paso más allá, convirtiendo a El Topo, no ya en una película fría, sino en una película gélida. Alfredson ha dejado los tiroteos, las explosiones y las persecuciones a un lado, aquí los duelos se resuelven con la palabra, escudriñando cada frase, cada gesto y cada mirada de los protagonistas, con el único objetivo de descubrir al traidor. Tinker (Calderero), Tailor (Sastre), Soldier (Soldado) y Spy (Espía) son los cuatro candidatos.

Los guionistas adaptan la novela homónima de John Le Carré, desarrollando un juego de mentiras y medias verdades en el que nada es lo que parece. También ponen especial énfasis en la nula vida personal de los espías y en la quimérica tarea de mantener una familia a flote. En otras películas de espionaje el guión revela demasiado, de manera que el espectador intuye el final antes de tiempo. En El Topo ocurre todo lo contario, y es que por momentos parece que los guionistas escatiman información al sufrido espectador, que siempre va un paso por detrás. Así, se hace complicado seguir el argumento.


El Topo es una película difícil, que penaliza los despistes del espectador. Es fácil entrar en la historia, pero también salirte de ella. La escena de apertura es un prodigio de intriga que te introduce de manera admirable en la trama. Una vez aceptado el juego que propone la película, que consiste en encontrar a un ‘topo’ infiltrado en los servicios secretos británicos, el espectador debe mantener la atención durante 120 minutos. De lo contrario, el ‘game over’ puede hacer aparición en nuestra mente.

Estamos, por tanto, ante una película de espías de verdad en la que la espectacularidad brilla por su ausencia salvo en el apartado actoral. Intérpretes ‘british’ de la talla de John Hurt, Colin Firth, Tom Hardy o Toby Jones dan un recital. Gary Oldman tenía un duro cometido en El Topo, hacer olvidar al Smiley interpretado por Alec Guiness en una producción para la BBC de 1979. Finalmente resiste la comparación, ofreciendo un Smiley que es un fiel reflejo de la película: sereno, impasible y pétreo.

Lo mejor: El reparto.

Lo peor: Es casi imposible que entusiasme.

Roberto C. Rascón (@rcrascon)

Crítica publicada en Punto de Encuentro Complutense el 27/11/2011

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