JANE EYRE (2011), Cary Fukunaga
Debo comenzar esta crítica realizando una confesión, no he leído Jane Eyre. Tampoco he visto ninguna de las múltiples versiones que se han rodado sobre el clásico de Charlotte Brönte. Una vez reconocida mi ignorancia culpable sobre el original literario (que espero remediar cuanto antes), puedo empezar a valorar esta nueva adaptación dirigida con acierto por Cary Fukunaga.
Debo comenzar esta crítica realizando una confesión, no he leído Jane Eyre. Tampoco he visto ninguna de las múltiples versiones que se han rodado sobre el clásico de Charlotte Brönte. Una vez reconocida mi ignorancia culpable sobre el original literario (que espero remediar cuanto antes), puedo empezar a valorar esta nueva adaptación dirigida con acierto por Cary Fukunaga.
Grandes directores se han atrevido a hincarle el diente a Jane Eyre. En 1943, Roberto Louis Stevenson estrenó Alma Rebelde con Orson Welles y Joan Fontaine como protagonistas. Delbert Mann, director de Mesas Separadas o Marty, también lo intentó en una producción para la televisión. Ya en la década de los 90, el preciosista Franco Zefirelli ofreció su particular visión sobre la rebelde institutriz. Ahora, es Cary Fukunaga el que acepta el reto y sale fortalecido del envite. Tras una excelente ópera prima (Sin Nombre) en la que nos acercaba el drama de las maras, ahora el realizador californiano cambia de tercio trasladándose al siglo XIX.
A Fukunaga le
facilitan la labor un par de actores en estado de gracia, Mia Wasikowska como
Jane Eyre, y Michael Fassbender como el Señor Rochester. Los que dudaron del
talento de Wasikowska tras su anodina interpretación de Alicia en la película
de Tim Burton, empezaron a cambiar de opinión tras su aparición en Los Chicos Están Bien. En esta película,
la joven actriz demuestra estar labrándose una ascendente carrera con su
portentosa interpretación. Vemos a una Jane Eyre madura y
valiente, una heroína encerrada en el siglo equivocado. Fassbender es el actor
de moda y su nombre suena de cara a los Oscars, aunque no por esta película sino por Shame. Su Señor Rochester
transmite a la perfección esa carcoma interior, producto del terrible secreto
que oculta su personaje.
¿Qué esconde
Thornfield House? Esta pregunta solo puede hacérsela alguien que, como yo, no
ha leído Jane Eyre. Este déficit
tiene un efecto positivo a la hora de ver la película y es que desconocemos el
misterio que oculta la sombría mansión. A acrecentar esta sensación de
inquietud ayuda sobremanera la fotografía de Adriano Goldman, que capta a la
perfección el ambiente gótico que impregna la historia. Para terminar de alabar
los aspectos técnicos, cabe destacar la banda sonora de Dario Marianelli
(ganador del Oscar por Expiación),
utilizada en los momentos adecuados y no como un hilo musical molesto y
repetitivo.
Adaptar un
clásico y contentar a la legión de seguidores del libro es prácticamente
imposible. Más complicado aún cuando se trata de una historia inmortal que ha
conquistado a miles de lectores desde su publicación y que funciona ahora igual
de bien que hace 150 años. A algunos les parecerá una película demasiado
aséptica y falta de pasión, pero esta frialdad que transmite parece más una
elección del director que una tara. No podía acabar esta crítica sin mencionar
a Judi Dench, y es que siempre es un placer ver a esta dama de la
interpretación.
Lo mejor: Los diálogos entre Jane Eyre
(Wasikowska) y el Sr. Rochester (Fassbender).
Lo peor: Su frialdad puede perjudicarla
de cara al gran público.
Roberto C. Rascón (@rcrascon)
Crítica publicada en Punto de Encuentro Complutense el 27/11/2011
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