EL ÁRBOL DE LA VIDA (2011), Terrence Malick
El cine es un arte y como tal está abierto a múltiples interpretaciones. El último ejemplo de ello lo hemos tenido con El Árbol de la Vida. La película de Terrence Malick, ese esquivo director que ha rodado 5 películas en 38 años, ha dividido a crítica y público. Para unos, una obra maestra, para otros, un tostón. Su estreno en España tuvo lugar hace varias semanas y con la perspectiva que da el paso del tiempo, quizás haya llegado el momento de analizar la polémica que ha rodeado a este complejo film.
Vayamos por orden. El Árbol de la Vida aterrizó en el pasado Festival de Cannes con un año de retraso. ¿El motivo? La titánica tarea a la hora de completar los costosos efectos digitales necesarios para recrear imágenes del Universo. Una espera más que justificada por la espectacularidad y belleza de dichas escenas. En ‘La Croissette’ esperaban con impaciencia la proyección de la película, pese a la ausencia de su director. Precedentes como Malas Tierras o La Delgada Línea Roja auguraban algo extraordinario. El resultado fue una estruendosa ovación para la película.
Al día siguiente la mayoría de los críticos americanos se rendían ante El Árbol de la Vida. Algunas de las
frases que dedicaron a la película fueron: “El
resultado es arte en el cine en su grado más puro.” (Justin Chang: Variety), “Reflexión
épica y sin modestia sobre el amor y la pérdida” (Peter Bradshaw: The
Guardian), “Profunda, idiosincrática, sincera y mágica” (Ian Nathan: Empire).
Curiosamente, al único que no le había convencido la película era a uno de sus
protagonistas, Sean Penn. El actor realizó estas declaraciones: “Una narración más
convencional hubiese beneficiado a la
película sin restarle belleza ni impacto. Para ser sinceros, aún me pregunto qué estoy haciendo allí y qué
puedo aportar en ese contexto”. Uno puede entender el enfado del actor, puesto
que en el montaje final su personaje se queda sin guión.
En España,
algunos la esperaban con impaciencia, otros con escepticismo y el resto con
curiosidad. Y llegó el día, el 16 de septiembre El Árbol de la Vida se estrenaba en nuestro país. Algunos críticos
patrios se atrevieron a llevar la contraria a sus compañeros del otro lado del
charco: “¿Obra maestra o gran fraude? Probablemente, las dos cosas.” (Luis
Martínez: El Mundo), “El castillo Malickiano, tristemente, no se sostiene”
(Sara Brito: Público). Por el contrario, los críticos de El País se mostraron
especialmente efusivos con la película. Carlos Boyero aseguraba: “Posee la
cadencia, la magia y la complejidad de los mejores poemas”. Y aún más allá iba Javier
Ocaña: “Inspirador, casi inabordable, complejísimo, hermoso, trascendental
poema en imágenes. Una obra que queda para la historia del cine desde ya”.
Mientras, en
las salas de cine empezaron a oírse frases como: “Vaya tostón”, “Que
aburrimiento”, “Es inaguantable”,... A todo esto había que sumarle bostezos,
ronquidos y deserciones. Estas actitudes provocaron que en varios cines de
España tuvieran la idea de regalar otra entrada a todo aquel que abandonara la
proyección de El Árbol de la Vida
antes de media hora. Pese a todo, la película se situó número 1 en taquilla
durante la primera semana. El tirón de Sean Penn y Brad Pitt había funcionado,
pero la mayoría de la gente no sabía lo que iba a ver, de ahí las reacciones.
Roberto C. Rascón (@rcrascon)
Artículo publicado en Punto de Encuentro Complutense el 9/10/2011
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